domingo, 21 de junio de 2009

PARTICIPACION DEL SECRETARIO LOZANO ALARCON


Cuarto Panel de la Cumbre de la OIT sobre la Crisis Mundial del Empleo,
celebrado el 16 de junio de 2009 y moderado por el Sr. Paranjoy Guha Thakurta, abordó la preocupación de que la crisis económica mundial pudiera ejercer una presión a la baja de los salarios, las condiciones de trabajo, las normas laborales y los derechos en el trabajo.
Los participantes en el Panel fueron la Sra. Hilda Solis, Secretaria de Trabajo, Estados Unidos; el Sr. Wiseman Nkuhlu, Presidente de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), Sudáfrica; el Sr. Michael Sommer, Presidente de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB); el Sr. Carlos Tomada, Ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Argentina; la Sra. Aisha Abdel Hadi, Ministra de Recursos Humanos y Migración, Egipto; y el Sr. Javier Lozano Alarcón, Secretario de Trabajo y Previsión Social, México.
La crisis financiera y económica mundial había afectado a todos los países, pero a algunos más gravemente que a otros. La Sra. Solis indicó que la tasa de desempleo en los Estados Unidos había alcanzado un pico histórico de 9,4 por ciento, con tasas incluso más elevadas entre algunas comunidades de color. Los Sres. Tomada y Alarcón describieron la forma en que las crisis financieras anteriores en Argentina y México, respectivamente, habían preparado a sus países para responder más eficazmente a la actual crisis mundial.

La respuesta residía en una fuerte base de diálogo social, tripartismo y democracia. Al hacer una reflexión sobre las enormes diferencias entre las capacidades y los recursos de los países en desarrollo y de los países desarrollados para mitigar el impacto de la crisis del empleo, la Sra. Abdel Hadi apeló a la solidaridad internacional y a un mayor apoyo para los países como Egipto, donde la crisis estaba perjudicando de manera desproporcionada a las mujeres, los jóvenes y los trabajadores migrantes.

Los panelistas acogieron con satisfacción el Pacto Mundial para el Empleo. Los países de todo el mundo estaban esencialmente recurriendo a vías comunes para salir de la crisis. Entre ellas cabía citar, pero sin limitarse a esa enumeración, las siguientes: a) políticas activas de mercado de trabajo que implicaban, por ejemplo, la mejora de los servicios de empleo y la elaboración de planes de empleo temporal; b) medidas de estímulo económico que incluían el apoyo a las industrias en dificultad como la industria automotriz, la ampliación de créditos asequibles para las pequeñas y medianas empresas, inversiones en nuevos proyectos de infraestructura y empleos verdes para estimular el crecimiento y la creación de empleo, y c) esfuerzos para reforzar la protección social al tiempo que se estimulaba el consumo, por ejemplo, mediante la ampliación de las prestaciones de seguridad social, la concesión de apoyo adicional a los regímenes de seguro de desempleo, y transferencias de ingresos u otro tipo de apoyo específico para los grupos más vulnerables.

No obstante, las medidas adoptadas en el plano nacional no bastarían por sí solas para mitigar el impacto de la crisis mundial. El proteccionismo no era una opción en ese sentido. Cada panelista destacó la necesidad de poner en marcha nuevamente la economía mundial, abordando al mismo tiempo las cuestiones económicas y sociales. Se requería la cooperación internacional y una mayor coordinación con el Banco Mundial y el FMI. Era necesario el intercambio de buenas prácticas y experiencias entre los países a través de mecanismos públicos mundiales, tales como un portal Web mundial y las herramientas proporcionadas por la OIT.

La crisis económica mundial ofrecía una importante oportunidad para corregir los fallos sistémicos del mercado e introducir unos sistemas de gobernanza, regulación, rendición de cuentas, transparencia y fiscalización democrática más afianzados. El Sr. Nkuhlu pidió un enfoque más equilibrado, con participación de los trabajadores, los empresarios y los gobiernos, a fin de configurar de manera conjunta respuestas nacionales e internacionales a la crisis, así como estrategias de desarrollo nacional sostenibles para el futuro. El Sr. Sommer señaló que habrían de surgir otras crisis, debidas al cambio climático o a la pobreza y que, como en el caso de la actual crisis del empleo, las soluciones sólo podrían encontrarse mediante el trabajo conjunto.

Si bien se requería flexibilidad, no se podía retroceder en cuanto a los derechos individuales o colectivos de los trabajadores. Existía un amplio consenso respecto de la necesidad de garantizar los derechos humanos, el medio ambiente y las normas internacionales del trabajo. El Sr. Tomada afirmó que la crisis no podía servir de excusa para menoscabar las normas y destruir puestos de trabajo. La Sra. Solis señaló que se estaba ocupando de la reestructuración del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Seiscientos setenta nuevos inspectores ayudarían a garantizar la protección de la seguridad y la salud de los trabajadores y que no se toleraran la explotación o el abuso de los mismos. La Sra. Abdel Hadi estuvo de acuerdo en que era preciso proteger a los trabajadores y aplicar las leyes.

Todos los panelistas insistieron en la necesidad de invertir en las personas y en situar a las mujeres y los hombres en el centro de la elaboración de políticas en tiempos de crisis. El Sr. Alarcón señaló que todos los Estados del mundo deberían considerar a las personas como el elemento central de la formulación de políticas públicas, e hizo hincapié sobre el modo en que la pandemia de gripe había acentuado la toma de conciencia respecto de la importancia de la salud de las personas en relación con la economía. La Sra. Solis y la Sra. Abdel Hadi subrayaron a su vez la necesidad de impartir educación, capacitación y formación a las mujeres y hombres jóvenes para así preparar la nueva fuerza de trabajo del futuro. El Sr. Tomada se refirió a los riesgos que plantea un sector informal en crecimiento y al peligro de no ofrecer a las mujeres y hombres jóvenes acceso e igualdad de condiciones por lo que respecta al mercado de trabajo.

El Sr. Sommer afirmó que la crisis actual no marcaba el fin de la globalización, sino que ofrecía la oportunidad de configurarla con un mayor contenido social. El Sr. Nkuhlu añadió que mientras antes se había asignado preeminencia a las fuerzas del mercado y a los intereses de los inversores, ahora debíamos asegurar el equilibrio con los intereses de la economía real y de la sociedad en su conjunto. Todos los panelistas se centraron en la necesidad de crear puestos de trabajo, empleo productivo y trabajo decente, y el Sr. Nkuhlu recalcó la importancia de las herramientas e instrumentos de política relativos al desarrollo de empresas sostenibles que la OIT y sus mandantes tripartitos habían elaborado a este respecto.

El Sr. Tomada afirmó que la OIT debía incorporarse a las negociaciones del G-20, no sólo en razón de su singular estructura tripartita, sino porque representaba a la economía real, construida cotidianamente por los trabajadores y empleadores de todo el mundo. Manifestó su esperanza de que la Sra. Solis pudiera ayudar a conseguir la participación de la OIT en la próxima cumbre del G-20, que se celebraría en septiembre en los Estados Unidos. La Sra. Abdel Hadi subrayó que los líderes del G-20 no debían perder de vista la dimensión social de la crisis financiera y económica, mientras que el Sr. Sommer manifestó serias dudas sobre si los países del G-20 cumplirían sus promesas de centrarse en los empleos y el trabajo decente, en caso de que la OIT y sus mandantes no estuvieran representados.

La discusión del panel puso de relieve el papel esencial que el diálogo social podía desempeñar para abordar los problemas del sistema financiero y económico mundial. Este no era solamente un problema del sistema, afirmó el Sr. Tomada, sino también un problema de ideas erróneas. El Sr. Sommer declaró que las soluciones para el futuro debían encontrarse de manera conjunta, de modo que se pusieran de relieve los valores comunes y los derechos de los trabajadores. El Sr. Nkuhlu insistió en que el diálogo social ya no podía reducirse a consultas ad hoc, sino que era necesario institucionalizarlo. El diálogo permanente con los trabajadores y los empleadores debía ser parte principal de la labor de desarrollo de empresas sostenibles y de la formulación de políticas. La Sra. Abdel Hadi declaró que el diálogo social era esencial y había ayudado a Egipto a obtener resultados positivos. El Sr. Alarcón añadió que un auténtico diálogo social reunía a los interlocutores sociales como aliados y no como adversarios. Era necesario fortalecer el tripartismo en todas las instituciones. La Sra. Solis señaló que apoyaba la negociación colectiva, y demostró su buena disposición respecto del diálogo social con sus palabras finales: «Estoy aquí como integrante de la nueva Administración; no tratamos de imponernos, sino de escuchar y aprender».

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